Resumen:
Muchas veces se ha dicho que una imagen puede ser remediada con una pista musical. Esto es en parte cierto, desde sus inicios, en donde un pianista marcaba el ritmo de las escenas, hasta la actualidad, llena de efectos, mezclas, silencios y tecnología; el campo del sonido en el ambiente cinematográfico ha visto una gran evolución. El sonido cambió todo, hizo que se reinventara cómo hacer cine. Pasamos de tener un cine silente a un cine sonoro ese cambio es simbólica y técnicamente la más grande revolución que ha tenido el cine. Con el tiempo la obsesión por ver trajo consigo una especialización por la vista. Miramos más allá de lo que nuestros órganos pueden hacerlo, empezamos a utilizar otro tipo de sentidos para ver, tocamos con los ojos, de allí que los televisores de ahora traten de ver exactamente igual como lo verían nuestros ojos.
Esta situación nos plantea una serie de preguntas: ¿es que acaso ya no nos basta con ver si no queremos entrar a un nivel de detalle inexistente? ¿Es posible que la especialización de la imagen termine llevándonos no por una imagen “real” que la del objeto fotografiado sino uno re-construido por los sentidos? ¿Es acaso que esta obsesión por la visión “K”, ¿es sintomática de que estamos empezado a dejar de ver con nuestros ojos?
El presente trabajo busca reflexionar y contribuir a facilitar el análisis de las obras fílmicas, permitiendo al espectador ser más consiente de las intenciones de los cineastas al momento de configurar la banda sonora dentro de un montaje audiovisual.