Resumen:
Los créditos juegan un rol importante, por lo
común generando determinada atmósfera,
o poniéndonos en una suerte de
sintonía con la onda del relato subsiguiente
–ya sea a través de la música,
de las a veces muy sofisticadas animaciones
provistas por los titles designers
o incluso del tipo y color de las letras
articuladas con sus respectivos fondos–.
Pero bastante más está en juego
cuando los filmes tienen un prólogo,
como es el caso –entre muchos– de
Pulp fiction; o cuando los créditos van
“sobre imágenes”, como en el notable
ejemplo de El silencio de los inocentes
(Silence of the lambs, 1997, dirigida por
Jonathan Demme).